MÓDULO:
PLANIFICACIÓN Y ADMINISTRACIÓN DE REDES
BLOQUE 1.- CARACTERIZACIÓN DE REDES.-
DEFINICIONES
Red
de computadoras es una colección
interconectada de computadoras autónomas.
Dos
computadoras se consideran interconectadas cuando son capaces de intercambiar
información
y este trasvase no se realiza en un marco de dependencia Maestro-Esclavo.
Es
decir, en una red de computadoras, todas ellas son autónomas y podrían trabajar
por sí solas si fuese necesario.
Sistema
distribuido es una red de
computadores gestionados de tal manera que la red
global
se le esconde al usuario, que trabaja con ella de forma transparente.
U.D.
1.- HISTORIA DE LAS COMUNICACIONES.-
DEFINICIÓN
La
comunicación es el proceso mediante el cual se puede transmitir
información de una
entidad
a otra. Los procesos de comunicación son interacciones mediadas por signos
entre
al menos dos agentes que comparten un mismo repertorio de signos y tienen unas
reglas
semióticas comunes.
Tradicionalmente,
la comunicación se ha definido como "el intercambio de sentimientos,
opiniones, o cualquier otro tipo de información mediante habla, escritura u
otro tipo de señales". Todas las formas de comunicación requieren un
emisor,
un mensaje y un receptor destinado, pero el
receptor no necesita estar presente ni consciente del intento comunicativo por
parte del emisor para que el acto de comunicación se realice. En el proceso
comunicativo, la información es incluida por el
emisor
en un paquete y canalizada hacia
el receptor a través del medio. Una vez recibido, el receptor decodifica
el mensaje y proporciona una respuesta.
En
esta primera unidad didáctica trataremos cómo han evolucionado a lo largo de la
historia
las redes de datos y los sistemas de comunicaciones, analizando aquellos
descubrimientos
y actuaciones que dieron lugar al avance tecnológico en este apartado de la
informática y la transmisión de datos.
HISTORIA
DE LAS REDES.-
El
desarrollo del hombre desde el nivel físico de su evolución, pasando por su
crecimiento
en las áreas sociales y científicas hasta llegar a la era moderna se ha visto
apoyado
por herramientas que extendieron su funcionalidad y poder como ser viviente.
Durante
la época prehistórica, el hombre se valió de la piedra, la madera y el metal
para
construir extensiones de su cuerpo: Un martillo o punta de lanza de piedra o
madera endurecida al fuego, para tener un alcance mayor de sus brazos y dominar
a las bestias para conseguir el sustento diario, podría ser un ejemplo.
Después
domesticó a los animales y construyó artefactos cada vez más complejos: Un
arco
para enviar sus "brazos" (flechas) en la distancia y subyugar a
animales más peligrosos.
Y
así como extendió sus brazos, pronto encontró la forma de extender sus piernas
para
alcanzar
lugares más lejanos: fabricó navíos para cruzar ríos, lagos y mares; carretas
que los llevaban a lugares distantes más rápido que sus pies y con cargas
mayores y hasta refinó las artes que le permitieron tener en el hogar paisajes
y monumentos de la naturaleza para darse la sensación de tenerlos a su alcance
en todo momento.
Finalmente,
y sintiéndose consciente de su habilidad creativa, metódicamente elaboró
procedimientos
para organizar su conocimiento, sus recursos y manipular su entorno para su
comodidad, impulsando las ciencias y mejorando su nivel de vida a costa de
sacrificar el desarrollo natural de su ambiente, produciendo así todos los
adelantos que un gran sector de la población conocemos: automóviles,
aeroplanos, trasatlánticos, teléfonos, computadoras, televisiones, etc.
El
cómputo electrónico:
En
el transcurso de todo este desarrollo, lo que nos interesa revisar es la
evolución de
un
sector tecnológico: El cómputo electrónico. Este nació con las primeras
computadoras en la década de los 40's con los tubos al vacío y los tableros de control
enchufables. Y fue así porque la necesidad del momento era extender la rapidez
del cerebro humano para realizar algunos cálculos aritméticos y procedimientos
repetitivos.
Las
generaciones de computadoras:
El
esfuerzo en el cómputo electrónico se reflejó en crear unidades de
procesamiento
cada
vez más veloces conforme la tecnología en la electrónica avanzaba. Así tenemos
cuatro (al menos) generaciones bien definidas: la primera con tubos al vacío,
la segunda con transistores, la tercera con circuitos integrados y la cuarta
también con circuitos integrados, pero más avanzados, que permitieron el uso de
computadoras personales y el desarrollo de las redes de datos.
Las
redes de datos:
Una
vez resuelto el problema de extender el poder de cálculo del cerebro humano,
nació
o se comenzó a atacar el problema de compartir los datos y la información que
ese
poder
de cálculo produjo, lo cual nos llevó a inventar la forma de compartir recursos
(impresoras,
graficadores, archivos, etc.) a través de algún medio de transmisión usando una
serie de reglas (protocolos) para acceder y manipular dichos recursos.
Los
sistemas distribuidos:
Las
redes de computadoras nos permitieron reunir esfuerzos aislados en esfuerzos
conjuntos
que producían bienes mayores (sinergia). Sin embargo, en una red la forma de
acceder
a dichos recursos va de la mano con conocer la manera de llegar a esos recursos
y saber cómo manipularlos, es decir, no hay transparencia. El siguiente salto
tecnológicofilosófico es extender las redes de cómputo (extensiones del poder
de cómputo de cerebros humanos aislados) hacia los sistemas distribuidos (una
entidad vista como un todo y conformado por múltiples cerebros ubicados en
localidades alejadas unas de otras que nos ofrecen servicios y recursos sin importar
su ubicación).
Y
si Carl Jung está en lo correcto respecto a su teoría del consciente colectivo,
parece
ser
que los adelantos tecnológicos se van agrupando y homogeneizando hacia un
consciente colectivo tecnológico.
Redes
para las compañías:
Cuando
una persona física o moral establece una empresa siempre piensa en obtener
beneficios
y para esto, en muchas ocasiones, se requiere de compartir recursos
(impresoras, digitalizadores, computadoras, discos duros, archivos, el
conocimiento de personas, etc.) y una solución es tener una red que puede ser
local, metropolitana, nacional, amplia o global, dependiendo su amplitud de la
dispersión geográfica de los recursos que queremos compartir.
Esos
recursos deben están disponibles en el momento adecuado y que los datos o
información que produzcan sean altamente confiables, esto es, que no sufran
deterioro durante su transmisión. En ocasiones, será vital que contemos con
réplicas de algunos recursos para que, dado el caso de un desastre en algún
punto de la red, podamos consultar o acceder a un recurso similar o de
respaldo.
Las
compañías también se han dado cuenta que resulta más barato tener una red de
computadoras
en donde reparten sus procesos productivos que tener una sola
supercomputadora
en donde concentren todo. Las ventajas de la red son: economía, capacidad de
crecimiento más granular, capacidad de soportar fallas, capacidad de tener
réplicas más económicas y otras.
Redes
para las personas:
El
desarrollo tecnológico ha permitido que las computadoras sean accesibles cada
vez
a
mayor número de personas en sus oficinas y en sus hogares, lo cual también
implica que se puedan crear micronegocios de alta competitividad y con gastos
mínimos. Este tipo de negocios ya no tienen el problema de contar con enormes capitales,
ahora su problema es el saber en dónde acceder a los recursos que necesitan
para proveer bienes y servicios. Por otro lado, cada vez es más común el usar
diversos servicios (correo electrónico, fax, operaciones de compra-venta,
reservas en hoteles y líneas aéreas, charlas interactivas persona a persona,
acceso al diario en formato electrónico, WWW y videoconferencia) desde una
computadora personal en el hogar.
Aspectos
sociales:
Desde
el momento en que un monitor en casa permite el acceso a tan variados
recursos,
se corre el riesgo de ver cosas indeseables. Existen en Internet diversos
bancos de información accesibles desde Foros de Información (newsgroups),
Boletines de Información (Bulletin Board Systems), Páginas Web, etc.
Muchos
de los bancos de datos requieren de algún tipo de permiso (proveer un nombre
de
usuario y clave de acceso) para acceder a ellos. Otros permiten el acceso
abierto y aquí reside el problema principal. Podemos darnos cuenta de temas que
algunos sectores de la población apoyan y que van contra nuestros principios
(por ejemplo, el tema del aborto, la pornografía, el racismo, etc.) y en
algunos casos junto a los datos podemos ver imágenes que ofenden nuestro gusto
o que pueden ser traumáticas para nuestros hijos.
Y
entonces enfrentamos el problema de que este vasto terreno de información puede
estar
fuera de control y accesible, tal vez, a personas no aptas o no preparadas para
digerirlo.
Este
problema es similar a controlar las emisiones de las cadenas televisivas donde
se sopesan la libertad de expresión contra los principios éticos y morales.
El
peligro de la transculturización:
En
la época moderna estamos viviendo bajo el paradigma de las modas. Se nos ha
estado
presionando para que tengamos en el hogar los aparatos electrónicos de moda
(videos, televisores, decodificadores de cable, computadoras, teléfonos, fax,
alarmas), aparatos de transporte de moda (automóvil, avión, yate, etc.),
aparatos personales de moda (afeitadora eléctrica, agenda, calculadora,
despertador, teléfono móvil, etc.), diversiones de moda (videojuegos, viajes a
lugares exóticos, centros nocturnos, clubes, conciertos, encuentros deportivos,
etc.) y así sucesivamente. La persona que cuenta con el mayor número de estos
recursos y diversiones es la más destacada y digna de ser tomada en cuenta en
conversaciones y homenajes, aunque no produzca ningún bien tangible para la
sociedad. Todos estos acercamientos a las modas llevan el título “lavacerebros
de progreso", "modernización", etc. Y cambian totalmente la
calidad de vida de las personas y la población en general. Es tan fuerte la
llamada a la "modernización", que las sociedades, al tener disponible
el acceso a los medios electrónicos (por ejemplo Internet), rápidamente se van
dando cuenta
de
costumbres y adelantos tecnológicos en todo el mundo y seguramente, si tienen o
llegan a tener el recurso económico van a tratar de comprar esos adelantos.
¿Qué país se resiste alprogreso y al modernismo ? ¿Hay otros caminos para vivir
mejor?
¿Existe
alguna otra forma de vivir que no sea el de ser dueño o empleado de alguna
empresa,
ir a trabajar por la mañana, regresar por la noche, repetir eso todos los días
y tal vez descansar los fines de semana? Ah! Y mantenerse a la moda.
Una
pregunta es: ¿Cuál será la correlación entre el porcentaje de crecimiento al
acceso
a
Internet y el nivel de transculturización?
1.2.- HISTORIA DE LAS COMUNICACIONES.-
Desde que el ser humano tiene capacidad de comunicarse ha desarrollado mecanismos y sistemas
que les permiten establecer esta comunicación a distancias superiores de
las alcanzadas por sus propios medios.
Al
poco de aparecer los ordenadores, se sintió la necesidad de interconectarlos para que
se pudiesen comunicar entre sí como lo hacemos los humanos.
En esta unidad nos planteamos repasar la historia de estos sistemas de comunicación, pensados para ser usados por los humanos y que, después, han ido evolucionando para interconectar ordenadores.
Fijamos el inicio de este recorrido histórico en el teléfono. El teléfono no fue
el
primer sistema
de
telecomunicación, pero
sí
el más antiguo de los
que
hoy en día
se
utilizan
habitualmente. Mucho antes habían utilizado sistemas ópticos que, con la luz del sol y juegos
de espejos, permitían comunicarse desde distancias considerables. Con posterioridad, a mediados del siglo XIX, se inventó el telégrafo. Estos sistemas, sin embargo, han caído en desuso (excepto usos marginales), mientras
que la red telefónica se mantiene como un sistema de comunicación de primer orden.
1.2.1.- El Teléfono.-
En
1878, Alexander Graham Bell mostró su “máquina eléctrica parlante” y cómo podía mantener una conversación
a distancia entre dos de estos aparatos unidos
por un hilo eléctrico.
Recientes investigaciones
han
hecho salir a la luz una historia curiosa: parece claro que el inventor del teléfono fue un italiano llamado Antonio
Meucci, pero no patentó su invento porque
no tenía suficiente dinero para hacerlo. Bell
se apropió del invento y lo patentó.
Al
principio,
los
pocos teléfonos que existían se utilizaban en entornos cerrados,
particulares. Servían para interconectar
dos espacios. A medida que el número de teléfonos instalados crecía, el interés por mantener múltiples comunicaciones también lo hacía: era preciso pensar en la manera de interconectarlos. Nacía la idea de red de comunicaciones. Una
posible manera, bastante inmediata, de interconectar
todos los aparatos sería lo que se puede
observar en la figura siguiente:
Es evidente que este modelo
de
conexión, “todos con
todos”,
es completamente inviable: para cada aparato nuevo que se incorpora
a la red, se precisa un gran número de conexiones
nuevas. Para hacernos una idea, una red “todos con todos” de cincuenta teléfonos necesita 1.225 líneas de conexión y, en cada teléfono, un dispositivo
que permita cuarenta y
nueve conexiones.
Para solucionar
este problema, aparecieron compañías que ofrecían un servicio de
conmutación: hacían llegar un cable hasta cada teléfono
y conectaban los cables de los teléfonos que deseaban establecer una comunicación.
De este modo, cada aparato disponía
de una sola
conexión
y
no era
necesario establecer ninguna variación en
la misma para
incorporar nuevos aparatos a la red.
De
aquí provienen términos hoy tan comunes como abonado (el usuario que se abona a una central), bucle de abonado (el cable que une al abonado
con
la central) o central de
conmutación.
La tarea de conmutar las conexiones, al principio, se hacía a mano. Cuando alguien quería realizar una llamada, descolgaba y pedía a la operadora
que le conectara con quien deseaba hablar. Una vez finalizada la comunicación, la operadora desconectaba los cables y,
así, las líneas quedaban preparadas para recibir otras llamadas.
Las operadoras humanas fueron sustituidas progresivamente por ingenios
electromecánicos: las centralitas. Se incorporó a los teléfonos un disco con números para
“marcar” el número del destinatario de la llamada. La centralita descodificaba este número para saber entre qué dos cables era preciso establecer la comunicación.
Este
servicio de
conmutación empezó en el ámbito local: un barrio, un pueblo, una ciudad. El paso siguiente
consistió en ofrecer conexiones
a larga distancia, conectando centrales locales entre sí directamente, o por medio de centrales de tráfico.
Entre las dos centrales locales se establece un enlace con diferentes cables
independientes, de manera que los abonados de una de éstas pueden, además de conectarse
entre ellos, conectar con los abonados de la otra: se elige un cable de los que forman el enlace,
se conecta con el abonado local y se pide a la otra central que conecte el enlace con el abonado destino, si no está ocupado con otra llamada.
La conexión
entre las dos centrales comporta un primer escollo importante: es preciso
decidir con cuántas líneas diferentes se llevará a cabo.
Supongamos que la
central
A
de
la figura anterior proporciona servicio a cien
abonados y la B, a doscientos
cincuenta. Parece que, si se pretende dar el mejor servicio
posible, se necesitan cien líneas para que todos
los
abonados de la central A puedan hablar de manera simultánea con otros tantos de la central B.
No
obstante, la probabilidad
de que todos los abonados de una central realicen una
llamada al mismo momento es muy baja, puesto que las llamadas telefónicas son, en general,
cortas y esporádicas. Por tanto, es completamente innecesario que la conexión entre las dos
centrales contemple todas las llamadas posibles: esta situación no se dará nunca y tiene un coste exagerado.
Unos modelos matemáticos bastante complejos permiten calcular el número concreto de enlaces que se precisan a partir de la estadística
de las llamadas que sirven
las centrales (la frecuencia de aparición y su duración).
A.K. Erlang, ingeniero danés de principios del siglo XX, estableció los modelos matemáticos que se utilizan para medir el tráfico telefónico.
Supongamos
que en el ejemplo anterior estos modelos nos dan veinticinco enlaces. Si
en
un momento dado hay veinticinco llamadas en curso entre A y B y llega otra llamada, no tendrá ningún camino disponible y, por consiguiente, no se podrá establecer. Esta situación se denomina bloqueo: el abonado
a quien se quiere llamar no está ocupado; sin embargo, no se puede encontrar un camino libre por la red para establecer la comunicación.
De esta situación
se desprenden dos ideas fundamentales en
relación con
la red
telefónica:
La conmutación
de circuitos requiere pasar por
tres
fases para
cada
comunicación:
o Establecimiento de llamada. Cuando se solicita iniciar una conversación, es preciso averiguar si el destinatario
está disponible y, en caso afirmativo,
debe buscarse un camino libre en la red, que incluye conmutadores
dentro de las centrales y enlaces entre las mismas.
o Comunicación.
Una
vez establecido el
circuito, los
interlocutores se intercambian información.
o Liberación de recursos. Acabada la comunicación, se liberan los recursos utilizados (enlaces entre
centrales y conmutadores dentro de las centrales).
El hecho de que los recursos estén ocupados
en
exclusiva mientras dura la comunicación
hace que las compañías que ofrecen el servicio cobren según la duración de la llamada: se penaliza el uso extensivo de los recursos. De este modo, el usuario se apresura en acabar la comunicación y dejar los enlaces libres, disminuyendo así la probabilidad de bloqueo.
Pronto,
el
sistema telefónico pasó a ser una cuestión nacional. Los estados
desarrollaban sus redes según
sus criterios y gustos. Se creó un organismo, el CCITT (Comité Consultivo Internacional de Telegrafía y Telefonía, Comité Consultatif International
Télégraphique et Téléphonique),
para armonizar los sistemas nacionales y permitir las
comunicaciones entre países mediante centrales de tráfico internacionales.
El CCITT es un organismo internacional patrocinado por las operadoras de
telefonía, dedicado a tareas de normalización
en
el ámbito de las
telecomunicaciones.
El 1
de marzo de 1993 pasó a llamarse ITU-T
(International Telecommunication Union Standardisation Sector).
Hemos comentado que entre las centrales existe una serie de líneas que permiten la
conexión
entre abonados de diferentes centrales. Al principio
era
realmente así: si se decidía que entre dos centrales era preciso disponer
de cincuenta enlaces, se ponían cincuenta cables entre
ellas. Sin embargo, con el
progresivo aumento de enlaces necesarios, este sistema pronto
fue
totalmente inviable y fue preciso recurrir a una técnica ya conocida en radiodifusión:
la multiplexación.
Multiplexar significa hacer pasar diferentes comunicaciones independientes por el mismo medio de transmisión.
La técnica de multiplexación
que se aplicó a la telefonía fue la multiplexación
en frecuencia: se modulan los diferentes canales de entrada a distintas frecuencias portadoras, de
manera que puedan viajar
por el mismo medio sin interferirse. Se aplican filtros a la recepción
que permiten separar los distintos canales multiplexados.
El número
de canales diferentes que pueden viajar por
un medio multiplexado depende
del
ancho de banda
de la señal y
de la capacidad del medio.
Por lo que respecta a la capacidad
del medio, no posee la
misma un par de hilos que un cable coaxial o que
una fibra
óptica.
En
cuanto al ancho de banda, en el caso de la voz, debería ser de 19.980 Hz (que es un
ancho de banda considerable) puesto que el oído humano es capaz de distinguir frecuencias
entre los 20 Hz y
los
20.000 Hz. No obstante, a raíz de estudios que se llevaron a cabo sobre
las características de la voz humana, se llegó a la conclusión de que con mucho menos
bastaba, puesto que la inteligibilidad
de la voz se concentra en una banda bastante estrecha, entre los 300 Hz y los 3.400 Hz.
A partir de esta conclusión, se tomó una decisión que, a la larga, ha condicionado
mucho el uso de la red telefónica: hacer el canal de voz de 4 kHz (entre 300 Hz y
3.400 Hz, más unas bandas laterales de guardia).
Haber reducido el canal de voz a 4 kHz explica por qué se escucha tan mal la música por el teléfono: no hay graves ni agudos, sólo hay las frecuencias
del
medio.
A partir de aquí, se estandarizaron
los
diferentes niveles de multiplexación. El nivel básico es la agrupación de distintos canales de 4 kHz, el siguiente es una agrupación
de multiplexados básicos, etc.
A la entrada de la central local se encuentra un filtro que elimina cualquier frecuencia por encima de los 4 kHz. La señal de salida de este último es la que se multiplexa,
conmuta y
lleva hasta el destinatario.
1.2.2.- Aparecen los primeros Ordenadores.-
La
década de los sesenta vio la aparición de los primeros ordenadores comerciales. Eran grandes, caros y poco potentes. Sólo organismos
oficiales, grandes empresas o universidades podían comprarlo, y lo que es más normal es que sólo compraran uno (o
algunos, pero no uno para cada usuario, como hoy día estamos acostumbrados a ver).
Por
ello, estos ordenadores llevaban sistemas operativos multitarea y multiusuario, para que diferentes usuarios,
realizando distintos trabajos, pudieran utilizarlos
simultáneamente. El acceso a dichos ordenadores se llevaba a cabo por medio de terminales
sin
ninguna capacidad de proceso, pasivos.
A los terminales pasivos, que
coloquialmente se llaman terminales
tontos, en
inglés se les conoce como dump terminal (“terminal mudo”).
Los módems:
No tardó mucho en aparecer la necesidad de poder alejar los terminales de la unidad
central para
conectarse, por ejemplo, desde casa o desde una delegación al
ordenador central.
Módem es
un
acrónimo
de modulator-demodulator, que
se
refiere a su función: modular (generar
señales audibles según los valores de los bits) y
demodular (generar bits
a
partir
de
las
señales
que
recibe de la
red
telefónica).
Para poder
realizar
este
acceso remoto, la
primera solución
que
aportaron
los ingenieros
informáticos de la época fue utilizar la red telefónica que, por su ubicuidad,
les
ahorraba generar infraestructuras nuevas. Sólo se precisaba un aparato que adaptara los bits a la red (recordad
que la red telefónica sólo deja pasar sonidos entre unos márgenes de
frecuencia). Estos aparatos son los módems.
Los primeros módems eran de
300 bps y generaban dos tonos diferentes: uno
para el 1 lógico y otro para
el 0. En la
actualidad,
van a
56.000 bps, que es el máximo que
permite
la red telefónica convencional actual.
Los módems
no sólo servían
para poder alejar los terminales pasivos
de los ordenadores
centrales, también permitían
interconectar
ordenadores
entre sí.
¡Esto ya es una red de computadores!
La tecnología
de conmutación de circuitos se desarrolló
en
un origen para las comunicaciones telefónicas y una de sus características fundamentales era la ocupación en exclusiva de los recursos mientras duraba la conexión, lo que (como ya hemos visto)
justificaba la tarifación por tiempo. Sin embargo, las comunicaciones
informáticas no son cortas, intensas y esporádicas como
las de voz. Al conectar un
terminal a un
ordenador central
por medio de dos módems, no están pasando datos todo el
tiempo que dura la conexión: puede
haber largos periodos de tiempo en los que
no pase ningún bit y momentos
en
los que haya un intercambio de datos intenso, aunque a una velocidad de transmisión
mucho más baja que la
que se puede mantener entre el terminal y el ordenador conectados directamente. Las facturas
telefónicas empezaron a ser astronómicas, y desproporcionadas, respecto del uso real de la
red.
Las redes de datos:
Pronto las grandes empresas presionaron a las compañías telefónicas del momento para que desarrollaran redes pensadas para transportar datos, cuyo sistema de tarifación se ajustara al tráfico de datos real y permitiera más velocidad que los escasos 300 o 1.200 bps
que se lograban
utilizando la red telefónica. La respuesta
fueron las redes de conmutación de paquetes.
El
envío de datos no necesariamente debe llevarse a cabo en
tiempo real
(las transmisiones de voz,
sí). Por tanto, no
es
preciso establecer el camino entre los dos puntos
antes de
empezar la transmisión y
mantenerlo
mientras dura el intercambio de datos. En lugar de ello, se empaquetan
los
bits que deben transmitirse y se dan a la
central más próxima
para que los envíe
cuando
pueda
a la siguiente, y así
sucesivamente hasta que lleguen al
destino. Si cuando un paquete
llega
a
una central todos los enlaces con la
siguiente están ocupados, no pasa nada,
lo
hace esperar poniéndolo
en
una cola para enviarlo cuando haya un enlace disponible.
Existe otro peligro: los paquetes pueden perderse. Conviene tener presente que las
colas son limitadas y, si llega un paquete cuando una ya está llena, no se podrá guardar y se perderá. Es preciso
prever mecanismos
que eviten dichas pérdidas y regulen el flujo de información entre los nodos de conmutación.
Las compañías telefónicas desarrollaron redes de este tipo, y
el
CCITT emitió un
estándar, el
X.25, que es el
que se ha adoptado hasta hace muy poco.
Las redes de área local:
Cuando empezó a ser habitual disponer de más de un ordenador en la misma instalación, apareció la necesidad de interconectarlos para poder compartir los diferentes recursos: dispositivos
caros, tales como impresoras de calidad, un disco duro que almacenara
los
datos de la empresa, un equipo de cinta para realizar copias de seguridad, etc.
Con frecuencia se utilizan las siglas inglesas LAN (Local Area Network) para identificar las redes de área local, y
las siglas WAN (Wide Area
Network) para identificar las redes de gran alcance.
El
diseño de las redes de área local siguió caminos completamente diferentes de los
que se siguieron para las redes de gran alcance. En las redes de área local se necesita,
habitualmente, establecer comunicaciones “muchos a uno”
y “uno a muchos”, lo que es difícil
de conseguir con las redes de conmutación, pensadas para interconectar dos estaciones. Para este tipo de redes es más adecuada la difusión con medio compartido,
en
la que los paquetes
que salen de una
estación llegan a todo
el resto simultáneamente. En la
recepción, las estaciones los aceptan o ignoran dependiendo de si son destinatarias de los mismos o no.
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